Shokugeki no Soma y la hipermasculinidad
Por muy usado que sea el término “masculinidad frágil”, al punto en que llega a ser usado tanto de forma seria como de burla hacia los círculos más progresistas, la verdad es que evidencias de que, en efecto, los hombres tenemos un concepto de nuestro propio género bastante endeble, se deja entrever con facilidad en el día a día. Desde tonterías en las que se han visto hasta cremas humectantes “para hombres” y siempre de colores sobrios y oscuros porque permita Dios que un hombre use colores vibrantes hasta en elementos culturales, incluidos el arte y los medios de entretención.
Aquí es donde se torna relevante Shokugeki no Soma o Food Wars! La serie trata sobre la lucha constante que tiene que realizar el protagonista, Soma Yukihira, para sobrevivir en el instituto de cocina de élite más prestigioso de todo Japón. “Perfecto pues, una serie de cocina protagonizada por un hombre, no le veo nada malo”, estarán pensando quienes no la hayan visto. Pero la verdad es que el animé cuenta con diversas herramientas que usa repetidamente y sin reparo alguno para hacer ver a los chefs hombres (que suelen ser la mayoría de lo mejor de lo mejor y los principales rivales de Soma) de la forma más tradicionalmente masculina posible.
Usualmente para representar lo buena que es la comida que un personaje está probando, se le remueve la ropa de maneras incrementalmente dramáticas y la diferencia en cómo esto se presenta en hombres y mujeres es como el día y la noche. A las mujeres se las sexualiza al máximo, se les arranca la ropa como si fuese contra su voluntad, tapando solo lo crucial para que no sea considerado un animé para adultos, mientras sueltan gemidos cuales orgasmos mientras suspiran sobre como los sabores de la comida las invaden y les hace perder el control. En el caso de los hombres, sobre todo los personajes más importantes, pierden la ropa de forma mucho más armoniosa, no pierden el control ni gimen como si acabaran de, pues… acabar y, sobre todo, se suelen presentar siempre de frente y del torso hacia arriba, dejando ver lo tonificados de sus cuerpos y en un encuadre que fácilmente demuestre que, si bien pueden estar impresionados por la comida, mantienen el control, porque son los hombres y siempre están a cargo.
Asimismo, las peleas de cocina (de donde el animé saca su nombre), tienen tonos muy diferentes cuando se enfrentan dos mujeres, una mujer con un hombre o dos hombres. En este último caso es cuando más se muestra más a ambos chefs como iguales en una pelea de orgullo y poder; puede estar en juego cualquier cosa, pero la hombría siempre es lo primero que se juega, porque un hombre no pierde ni es dominado.
No sabía qué esperar de un animé de cocina, nunca había visto uno similar y, si no fuera porque por un tiempo pareció ser inmensamente popular, seguramente nunca lo hubiera visto. Pero les digo una cosa, ver tal demostración de masculinidad frágil no era una de ellas, aunque ya visto lo visto y conociendo cómo es Japón y, sobre todo, la industria del animé, no me sorprende para nada.
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